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domingo, 27 de enero de 2013

Algo de historia de Fernando Castro Trenti ( El Vigia)



Nombre de la columna:  
La Bufadora
Columnista: 
El Mosquito
Categoria: 
General
Cuando recién se anunciaron los apoyos de los dirigentes y diputada del Partido del Trabajo a favor del diputado federal Fernando Castro Trenti, para que fuera su candidato a gobernador en caso que el PRI lo postulara, siguieron en cascada otros pronunciamientos de fuerzas políticas como el Partido Encuentro Social y la corriente más representativa, institucional y políticamente en Baja California, del Partido de la Revolución Democrática, todos bajo el mismo signo de respaldo al proyecto estatal junto a Castro Trenti.
Estos hechos dieron lugar a algunas perspectivas políticas planteadas en los medios de comunicación, los pocos, relacionaban a Castro Trenti con que amenazaba irse a otros partidos si el suyo no lo postulaba, no obstante que los mismos voceros de las corrientes políticas contrarias al PRI señalaron que Castro Trenti representaba “la oferta política y visión de Estado” que ellos y sus agremiados ambicionaban, coincidencias por las que también apostaban a favor de su candidatura.
Independientemente de los acontecimientos que en otras partes del país han dado lugar a rupturas al interior del PRI, producto de designaciones desafortunadas de candidatos (el más sonado de Sinaloa con Mario López Valdez, un priista que aún siendo candidato y gobernador no ha dejado su pertenencia a los grupos más influyentes del tricolor en esa entidad), no parece ser ese el caso de Fernando Castro Trenti.
Ya antes un editorialista había afirmado que Castro Trenti no se iría del PRI, a diferencia de otros precandidatos con similar fuerza y liderazgo previo a una nominación, porque “tenía poder”. Esta apreciación tiene sentido, si se analiza desde la óptica de la carrera política de cada cual, la construcción de proyectos políticos y la pertenencia a grupos de verdadera influencia en el contexto nacional. Ese es el caso del llamado “diablo” Castro Trenti.
Este político bajacaliforniano no es producto de una coyuntura ni de una moda mercadológica. Proviene de una generación de políticos priistas formados en la oposición durante casi 24 años en Baja California, características que hacen única a esa generación en todo el territorio nacional. Por algo se hablaba, en estas dos décadas, que Baja California era el “laboratorio” político del PRI, definición que efectivamente cobra peso si se considera el método de “prueba y error” que el tricolor aplicó elección tras elección, probando cuadros políticos como candidatos, a líderes sociales, empresarios reconocidos, o bien, procesos abiertos y cerrados, encuestas de imagen y campañas de tierra y aire, todas distintas para probar la mejor fórmula que consiguiera triunfos electorales. En función de su carrera política, Castro Trenti no sólo se formó y se mantuvo en ese entorno políticamente adverso -como otros tantos políticos priistas- en Baja California, sino construyó su carrera política, casi ininterrumpidamente desde hace al menos 20 años. Lo mismo en la dirección del Aeropuerto de Tijuana que en las delegaciones de Profeco, Semarnat y la delegación federal de Pesca, que en la dirigencia estatal del PRI, como diputado en el congreso estatal, senador de la República y ahora legislador federal. Tiene, por decirlo coloquialmente, carrera política, no de circunstancia ni político casual. Esa puede ser, a diferencia de los otros casos de aspirantes que han migrado sus pertenencias políticas a otros partidos.
Castro Trenti funciona por ciclos, probablemente con una meta, pero seguramente esa no se agota en la gubernatura de Baja California. No para él. A Castro Trenti difícilmente puede visualizársele sentado a la puerta de su casa ver la vida pasar. En esta etapa de su carrera política configuró, creó y formó cuadros y equipos, imagen, alianzas y consensos, que buscan derivar en la candidatura del PRI al gobierno de Baja California. Ese es un propósito, pero no es un salto al vacío. 
El gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, cifró su futuro en una candidatura, exitosa sí, pero cuyo periodo de duración tiene plazo. Se agota en tres años y sus posibilidades -en el PRI- también. Malova, como le dicen al sinaloense por su cadena de ferreterías del mismo nombre, quizás se retire a la vida privada, quizás colabore en otros proyectos, pero él puso el punto final. Es cierto, hay rupturas definitivas. Cárdenas, Muñoz Ledo, López Obrador, Ebrard, Camacho Solís y otros dan cuenta de ello, pero nada que se le asemeje a los motivos y las circunstancias, esas sí, que marcaron un parteaguas -ideológico- en la vida del país. Por eso, la formación, trayectoria y carrera misma de Castro Trenti definen mejor -que algunos columnistas- el perfil y motivos que le animan. Y esos, por los apoyos de otros partidos, no son la ruptura. Al contrario. Entenderlo así, sería abonar la cultura de la intolerancia, del siglo pasado cuando el partido único ni aceptaba ni permitía el disenso, la presencia de los distintos; cuando la democracia no estaba en el lenguaje revolucionario.
La trayectoria parlamentaria de Castro Trenti muestra sobradamente ejemplos de concertar con los distintos, con miras en propósitos comunes.

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